LOS ORIGENES

ANTECEDENTES

En 1946, el Instituto Nacional de Industria compró las fábricas de Barcelona que en su día pertenecieron a Hispano-Suiza. Allí crea ENASA (Empresa Nacional de Autocamiones S.A.) y CETA (Centro de Estudios Técnicos de Automoción) para reconstruir la industria española de automoción. Al frente de ambas entidades el almirante Suanzes, director general del INI, solicitó la figura de un ingeniero de la talla y experiencia de Wifredo Ricart.

La primera tarea que se encomendó a Ricart y a sus colaboradores fue la de renovar el utillaje de la factoría barcelonesa de La Sagrera, mejorando sus procesos de producción sin paralizarla, por lo que se pudieron construir 38 vehículos (camiones y autobuses) todavía bajo la marca Hispano-Suiza.

Pero al mismo tiempo, desde el Centro de Estudios Técnicos de Automoción (CETA), Ricart y su joven equipo de técnicos empezaron a diseñar nuevos productos para la empresa. A esos estudios de diseño se les denominó con la letra Z por su similitud fonética con el centro. Estaba seguida por los números identificativos de cada proyecto concreto: 100 para los automóviles, 200 para los camiones, 700 para los tractores, etc.

EL LOGOTIPO
 

La elección del nombre y del logotipo de la marca es una historia muy curiosa. Desde 1936, Wilfredo Pelayo Ricart era jefe de Estudios Especiales y consultor para Motores de Aviación de Alfa Romeo. Uno de sus cometidos era el mantenimiento de sus motores de aviación Bristol ingleses que recibían el nombre de "Bristol Pegasus". En aquella época coincidió con Enzo Ferrari, quien salió de Alfa Romeo en parte por sus desavenencias con Ricart.

El caballo había estado siempre presente en la vida profesional de Ricart, quien de regreso a España en 1946 para trabajar como director técnico de ENASA, abordó el proyecto de realizar el mítico deportivo español. ¿Y qué mejor nombre para la marca que Pegaso, el primer caballo famoso? De hecho, el primer camión de ENASA se llamó Pegaso I. Pero había más matices: el nombre reflejaba potencia, agilidad, elegancia, velocidad y era domesticable; además, podía ser todo eso en grado superior al "cavallino" de Ferrari.

Tras varios bocetos, el diseño del escudo lo realizó el propio Ricart, quien se decidió por la cabriola o salto de cabra -figura típica de la Escuela de Equitación Española de Viena- inscrita en un círculo como símbolo de la dimensión mundial de Pegaso. El conjunto iba acompañado de una V por los motores V8 de los Pegaso. 

El general Franco prefería comenzar la producción con un coche de representación que pudiera ser exhibido por las embajadas de España en el extranjero como "vehículo oficial", así el primer automóvil Pegaso, diseñado en el CETA, se denominó Z-101. Se trataba de una berlina de altas prestaciones que estaba equipada con un motor de 12 cilindros en V de 4,5 litros de capacidad. Pero no llegó a construirse. El siguiente dibujo está basado en uno del ilustrador Fernando Hoyos.

Pegaso Z-101 Berlina Enasa Proyecto (1950)

Pegaso Z-101 Berlina Enasa Proyecto (1950)

El segundo proyecto era un coche deportivo, una actualización de los conceptos que Wifredo Ricart plasmó, 22 años antes, en los Ricart 226 y 266: un vehículo rápido que incorporase las soluciones técnicas más avanzadas y el empleo de los materiales de más alta calidad de la época. De esta forma se desarrolló el Pegaso Z-102 para demostrar al mundo la capacidad de nuestra industria.

En octubre de 1951 fue presentado en el Salón del Automóvil de París, un cronista de la época escribía: "Por primera vez desde la guerra, España ha presentado un coche al Salón del Automóvil con un éxito abierto y estimulante: el Pegaso Z-102, en dos modelos, una berlinetta y un coupé descapotable, de dos plazas, motor de ocho cilindros y dos litros y medio, ultra rápido, capaz de desarrollar una velocidad de 220 Km/h".

Pegaso Z-102 Berlineta Enasa (1951)

En la introducción del manual de instrucciones de los Pegaso Z-102 se incluye el siguiente texto:

"Como constructores del Pegaso hemos aceptado esta petición del mercado y la atendemos tanto como nuestras fuerzas lo permiten; pero no disminuiremos en nada el estándar de nuestra calidad, por causa de la presión comercial, para que produzcamos más coches. Los Pegaso Z 102 serán siempre la expresión de este ideal de performance. Esto obliga a ambas partes; un coche excepcional, con un motor rápido de nuestras características, necesita algo más que los cuidados corrientes de servicio; el Pegaso Z-102 va sólo a manos de verdaderos amateurs y conocedores, y por lo mismo espera el amor de sus propietarios. Amor en los cuidados, amor en su alimento de gasolina y lubricantes, amor en el modo de mandarlo y conducirlo.

El Pegaso Z-102 es un auténtico pura sangre y sabe recompensar con satisfacciones sobradas, y que todo verdadero conductor comprende, los cuidados que se le prodigarán". 

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